El coronel no tiene quien le crea. Cristóbal Castañeda Camarillo Secretario de Seguridad Pública del Estado de Sinaloa se encuentra ante la disyuntiva de fingir e inventar cifras maquilladas en el palmarés del crimen o aceptar que le quedó grande la yegua porque ha conseguido una estrategia numérica que tranquiliza a los criminales pero intranquiliza a los ciudadanos que no quieren conocer la verdad oficial si no la verdad de la realidad entorno a los asesinatos de militares, así como de la alcaldesa Maria Beatriz León Rubio quien de acuerdo a los peritajes in situ había sido levantada junto a varios familiares en un corral de su propiedad y luego apareció en un aparente accidente al interior del canal lateral 18 de la ciudad de Los Mochis, conteniendo en sus pulmones agua que debe ser sometida a estudios de laboratorios porque no corresponden a la misma densidad de elementos del caudal o despejar esta duda que se suma además al clima de miedo que impregna a los familiares de los más de 15 ejecutados que se han tenido en Sinaloa y la intranquilidad que agobia al círculo cercano de Ramón Zamarrón, el auditor del Órgano de Control Interno de Ahome que tenía en sus manos expedientes de investigación relacionados con el gobierno de Álvaro Ruelas Echave, la sindico procuradora de ese momento Cecilia Hernández cuando también estaba de Secretario del Ayuntamiento Juan Garibaldi y también figuran asuntos relacionados con Manuel Guillermo Chapman Moreno, Ana Ayala, Francisco Fierro Gaxiola y otros ex funcionarios de ambos periodos municipales envueltos junto con empresarios e industriales que se comieron a mansalva los parques y jardines de la ciudad para construir viviendas mediante conspiraciones legales e ilegales que el ahora fallecido no pudo descifrar porque le segaron la vida.
Los últimos días han sido tormentosos pero por increíble que parezca Cristóbal Castañeda Camarillo no es de los que considera la dignidad y la reputación las mejores medallas de la función pública y, armado con cifras acarameladas de las que nadie sabe las razones de ser, solo produce tranquilidad muscular a los ejecutores de crímenes que se reflejan victoriosos en el reino de la impunidad producida por el miedo y acompañados del discurso del también presidente del consejo de seguridad publica Ricardo Jenny del Rincón generan un coctel de intranquilidad, zozobra, indignación y rabia embozada en un desanimo y resignación porque sabe que las cosas no van bien en materia de seguridad con el blindaje de datos que no muestran la realidad pero que son la verdad oficial por conveniencia.
De hecho, Cristóbal Castañeda y Jenny del Rincón son considerados el talón de alquiler de los criminales y el talón de Aquiles de las cosas que si van bien en Sinaloa y los municipios donde la gente ya no confía en personajes que prefieren ayudar a los criminales encubriéndoles sus malos comportamientos con números que son la alfombra roja de la impunidad e inseguridad e intimidan a los bien comportados.
El coronel llegó en los tiempos del gobierno de Quirino Ordaz Coppel, cuando se llenaron de sangre todos los rincones del estado y sin merecimientos se quedó en la tronera de Seguridad Publica por recomendaciones desconocidas y desde un momento levantó la sospecha de que no cambiaría las cosas y solo falta que ocurra lo que en los tiempos de Francisco Córdova Celaya en ese cargo cuando mas de una decena de policías estatales fueron puestos por sus jefes policiacos a un grupo del crimen detonando una carnicería en la ciudad de Guasave y por supuesto ninguno de los mandos fue enjuiciado pero si fueron castigados por el tribunal del pueblo que ahora teme que las conquistas gubernamentales de otros ramos del servicio público no se vean por las cortinas de inseguridad sembradas al grado de que inclusive se habla de que en Escuinapa los carteles le imponen una cuota de piso de 250 pesos por turno a las patrullas de seguridad pública municipal.
Hasta ese grado.